CARTAS PARA NADIE

 ¿Dónde van las letras que cuentan una historia?


La música es más efímera que el cine. Se escapa, se desvanece en cuanto termina la última nota y las plataformas digitales la han convertido en aún más pasajera. Y, sin embargo, hay canciones que guardan en su interior vidas enteras: amores imposibles, despedidas, heridas, memorias. Letras que parecen pequeñas confesiones al aire, cartas sin dirección que alguien, en algún lugar, podría escuchar justo cuando más lo necesita.


Me gusta imaginar que existe un lugar secreto, un departamento invisible de ayuda a domicilio, donde todas esas canciones llegan después de ser cantadas. Allí se archivan anhelos, se ordenan recuerdos y se cumplen, en silencio, los deseos que nunca llegaron a destino. Un lugar mucho más real y eficaz que pedirle favores al universo.


Una vez soñé con una chica que escribía cartas a su amado. No ponía dirección ni remitente: simplemente las dejaba caer en un buzón cualquiera, sabiendo que nunca serían entregadas. Era su manera de desahogarse. Y, sin embargo, en su corazón albergaba la ilusión de que alguien, algún ángel anónimo, las recogiera y decidiera tender un puente entre los dos amantes.


Pero no existe tal servicio. Nadie ayuda a nadie de esa forma. La vida está demasiado ocupada como para generar ángeles de verdad. Y entonces pienso que, quizás, las canciones cumplen ese papel: son los mensajeros invisibles que llevan nuestra historia a oídos de un desconocido, regalándonos la sensación de no estar tan solos en el mundo.



Comentarios

Entradas populares de este blog

ADIÓS A ALBERTO LÓPEZ LANGA

Casi un año